La escalera de Rocky


2 de agosto de 2013


Franka Potente, embalada por el Oberbaumbrücke de Berlin en ¡Corre, Lola, corre!

Quienes me conocen, quienes tienen un trato más o menos cotidiano conmigo, saben que desde hace ya un tiempo, cosa de unos 6 meses o así, me ha dado por ir a correr. Antes de esa fecha, si me preguntabas por aquello de qué haces en tu tiempo libre, para nada habría nombrado esa actvidad, es algo entonces relativamente nuevo para mí. En un principio, en mis primeras salidas, aguantaba bien poco, unos 10 minutos como máximo, no daba para más después de varios años sin hacer ejercicio continuado, pero pasadas unas semanas corriendo casi todos los días, fui pasando gradualmente a los 20, 25, después 30, hasta los 45-50 minutos que es lo que suelo correr en este momento.

Hablo de tiempo porque no sé exactamente cuánta distancia es la que corro; de hecho, he notado que en el mundillo de los corredores una pregunta muy típica que te lanzan cuando afirmas que a ti también te ha dado por ir a correr es la de ¿ah, sí, cuántos kilómetros corres? La verdad es que no corro para prepararme para algún tipo de competición, al menos no por ahora, así que no le presto atención a la distancia, aunque he estado corriendo hasta junio por la misma zona, la orilla del río en Sevilla, en un espacio que ya se me ha hecho conocido, incluso placentero, como un campo de juegos - ahora, con el verano, intento correr en lugares paralelos a la costa. Empecé a correr porque me apetecía retomar un cierto contacto con mi cuerpo, para sentir que ese cuerpo es parte de mí y lo cierto es que conforme más a diario corro, más voy conociendo cómo está, incluso en qué punto se encuentra. Todo esto fue casi sin darme cuenta. En este sentido, noté una mejoría en mi resistencia en esto del correr cuando ciertas frases que me martirizaban las primeras semanas del tipo te estás cansando, estás gordo, ya no puedes más, etc., frases que terminan por convertirse en un verdadero diálogo asfixiante y desmotivador, esas frases, esos ruidos en definitiva, en cierto momento dejan de sonar. A partir de ahí, más en relación con lo que uno es, sin ese estorbo mental que cansa más que la propia actividad física, empiezas realmente a correr.
 
Mi particular escalera de Rocky sevillana
No controlo por tanto ni la distancia ni a la velocidad a la que corro, pero sí que mido como ya he apuntado, aunque sólo de manera aproximada, el tiempo. Los minutos han sido el límite que he ido poco a poco intentando sobrepasar, no tanto para mejorar mi rendimiento como posible corredor de maratón, sino para dejar atrás a esas voces que con argumentos de lo más variado me decían que desistiera. Un poquito más, sí que puedes, y entonces un día que te encuetras pleno decides - ¡deciden! tus piernas, tu plexo solar que se adelanta a tu cabeza - esprintar y subir esa escalera que te ha estado retando, en realidad a tu ego, para lograr subirla en un abrir y cerrar de ojos, casi sin esfuerzo - y en mente, por supuesto, Rocky Balboa y su historia de superación personal.

 

Para medir el tiempo, en definitiva, oigo música mientras corro. Después, según las canciones que he escuchado, puedo calcular cuánto tiempo he corrido. Voy a nombrar algunas de las canciones que he estado escuchando estos meses mientras iba a correr. La lista, os podéis imaginar, es mucho más larga, pero me he dado cuenta que estas canciones las he escuchado más de una vez, vamos a a decir, porque me lo pedía el cuerpo... Eso y porque mi reproductor mp3 no tiene una memoria muy extensa...

Antes de irme a correr, y tras calentar un poco haciendo estiramientos, un momento clave para mí es precisamente encender el aparatito y decidir con qué canción empiezo el trote. Es importante, pienso muchos días, empezar con un ritmo nítido, evidente, que permita bien tomarle el pulso al pavimento. Necesito entonces música rock - el flamenco, que me encanta, definitivamente no es para correr, lo he intentado alguna vez pero me pongo a prestarle atención y no me sale. Si tengo que pensar en ritmo puro, básico, definición casi primaria de eso que llaman rock recurro a Creedence Clearwater Revival. El grupo de John Fogerty fue una de las bandas que realmente despertaron ya en mi infancia una pasión por la musica rock que todavía sigue viva, y esa pasión prendió mecha para no apagarse en parte cuando mi padre me permitió descubrir su colección de singles que guardaba en un mueble bajo el tocadiscos. Desde entonces, es una música a la que acudo cuando no sé qué quiero escuchar, pero sí que me toca una vuelta a las raíces: el hecho de hacer sonar a la Creedence me transporta a veces a ese momento de escucha inicial en el que mi mundo era reducido, no había internet y tenía que investigar a fondo los que había en mi casa. Siempre le estaré infinitamente agradecido por ello a mi padre, por mostrarme esos tesoros.

De entre las muchas canciones, Fortunate Son. Auriculares puestos, le doy al play, primeras zancadas por la calle... Pum pum pam, pum pum pam, pum pum pam...




Hay días en los que ir a correr supone para mí una descarga extra de agresividad, un poco sudar toxinas. Esos días conviene apretar un poco el acelerador del rock´n´roll, para lo cual me alío con AC/DC, concretamente mediante otro disco al que desde que lo escuché por primera vez no he dejado realmente de volver una y otra vez. Me refiero al Back in Black, el primero con el segundo cantante oficial de la banda australiana, Brian Johnson -sí, sí, el de la gorrita-, y uno de los discos más vendidos de toda la historia del rock, por supuesto de los más exitosos del grupo de los hermanos Young y compañía. Con él los AC/DC encontraron finalmente la fórmula mágica, ese estilo siempre reconocible en sus canciones que hacen que todas se parezcan entre sí, pero que no por ello las desprecias, al contrario, haces al final que te digas haciendo los cuernos con la mano "bueno, es AC/DC, ¡rock´n´roll!". Ese éxito, que llega hasta hoy en día, con conciertos a reventar de un público compuesto por al menos tres generaciones diferentes, se consiguió posiblemente, se dice, no soy yo el que lo asegura, a través de un pacto con el demonio, ya que pagaron el altísimo precio de la vida de su anterior cantante, Bon Scott, a quien dedican casi de manera morbosa este disco por lo demás bailongo, sexy, divertido... genial.

Álbum que me he escuchado entero alguna vez corriendo, a mí me pierde de todos modos Shoot to Thrill. Recomendable acelerón final a partir del minuto 4:05 y escupitajo para terminar la carrera.




Desde Rocky y su banda sonora, la música pop-rock de finales de los 70 y especialmente de principios de los 80 se ha mostrado muy apropiada para poner sintonía a eventos deportivos y actividades físicas de todo tipo, quizá por el carácter despreocupado y facilón, nada reivindiactiva a nivel temático ni compleja en cuanto a estructura musical que caracteriza a la música comercial de la época, como para demostrar que el mundo, es decir, la sociedad frenética, autocomplaciente y consumista del momento, marchaba bien. En este sentido alguna vez me he visto tentado de escuchar músicas de este tipo cuando me he ido a correr. Nunca me ha dado por escuchar corriendo el Eye of the Tiger, pero sí grupos de ese periodo musical tan festivo, aunque de más riqueza musical como los canadienses Rush. Escucharlos me produce alegría, de hecho cuando lo hago mientras corro son de esos días en los que miro a la gente y sonrío durante la carrera. El mundo puede ser un lugar feliz en algunos temas en los que canta la voz aguda y amistosa de Geddy Lee.

En homenaje a esa época de la radiofórmula, The Spirit Of The Radio.





Los Sigur Rós, corriendo
Si hay días de rabia, de mucho calor o viento de levante, los hay también de calma, de cielos nublados, de suave llovizna en los que te apetece más correr a medio tiempo. En esos días pongo con gusto el disco más pop, además de uno de mis favoritos, de la original banda islandesa Sigur Rós, el llamado Með suð í eyrum við spilum endalaust, traducido algo así como "con un zumbido en nuestros oídos tocamos eternamente", verano en el norte. Los pellizcos al bajo, al unísono con el bombo de la batería del inicio de Við spilum endalaust ("tocamos eternamente") hacen que vuele a cada paso que doy en mi carrera esas mañanas y tardes de nubes serenas.






De hecho, sobre todo si es por la mañana o al final de un día de muchas idas y venidas mentales, en esos días me apetece empezar la carrera de manera un tanto pausada, quizá para ir subiendo gradualmente, quizá, por otro lado, para quedarme ahí: en esos días algunas veces no escucho nada de música y estoy a gusto con sólo mis pasos y mi respiración. Si de todos modos estoy en ese estado y quiero escuchar algo, mi tema estos 6 meses ha sido el Marathon de Heatless Bastards. Amigos de para mí uno de los grupos más divertidos de la escena americana actual, los también de Ohio The Black Keys, la banda de Erika Wennerstrom me emociona muchas veces también por sus letras, sencillas pero que tocan esos temas nucleares como la búsqueda de un hogar, el volver a empezar, que te plantean un poco precisamente el porqué corremos.

Me encanta de todos modos cuando Erika, al final del Marathon, afirma con decisión:

I´m on my way, I´m on my way, 
I´m on my way... HOME.




La lista, como dije, no está completa. Se admiten sugerencias.

3 comentarios:

  1. Al leerlo me he acordado de este otro artículo, centrado en la banda sonora para correr, por si quieres pillar ideas

    http://www.jotdown.es/2011/07/banda-sonora-para-correr-por-las-paredes/

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  2. Me gusta el comentario de "cada corredor es un mundo", infinitos corredores, infinitas listas de canciones.¡Muchas gracias!

    Por cierto, la inevitable Eye Of The Tiger -al menos tan inevitable como el Born To Run que se menciona en el artículo que has pasado- tiene una versión muy linda en la Persépolis de Marjane Satrapi, cantada desgañitadamente por ella misma cuando Marji, la protagonista alter-ego de la Satrapi en la película, está saliendo de una depre, banda sonora pues también de su historia personal, y es que creo que toda una generación se ha creído Rocky en algún momento... ver enlace abajo al respecto.

    Salud, Elvir!

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  3. Aquí está, Eye Of The Tiger en Persépolis:

    https://www.youtube.com/watch?v=rlIAmCfHzbg

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